Entrada 103
O´PELOURO
Se hacen asambleas, que son reuniones en las que se puede hablar de cualquier tema, y este es objeto de discusión (en el buen sentido de la palabra). En ella participan numerosas personas convocadas para un fin, y en el caso de la escuela O’Pelouro, su objetivo es integrar a partir de la aceptación de lo diferente.
Se preocupan de cambiar la percepción y la relación con los niños/as para que las formas en que tratamos de referirnos a ellos no estén cargados de rechazo ni de pena. Hacer posible que, por ejemplo, un niño autista pida algo, y hacer como si fuera algo normal. Identificar a cada uno por lo que vale o podría llegar a ser, sin fijar límites. Y este es el papel que juega la motivación: hacer que, por ejemplo, un autista pueda reír en vez de darse golpes. Cada niño es reconocido por quien es. Y esto me parece muy importante, puesto que cada vez más se le da más importancia a la individualidad y a las características
personales de cada uno, para favorecer el desarrollo óptimo del alumno/a.
No hay “diferencias” entre unos y otros. Cada uno es aceptado tal y como es, unos aprenden de otros, existe generosidad, solidaridad, respeto, y cada uno tiene una identidad y un tiempo para aprender. No se ponen “etiquetas”. Existe en esta escuela una aceptación radical de la diferencia. Se trata de una actitud una organización que rompe las limitaciones y se aleja de la escuela convencional. A cada niño/a le tratan como si fuera “normal”, viviendo con ellos situaciones cotidianas de normalidad.
En cuanto a la metodología que emplea, la escuela O’Pelouro es imprevisible; el tiempo y el espacio son flexibles (adaptado a las necesidades de cada uno, ya que las situaciones o circunstancias son las que marcan el ritmo). Todos aportan su parte (padres, demás familiares, profesores…). No hay una estricta obligación. No se ahorran ni la experiencia, ni la dificultad de vivir. A los niños/as se les pone en el “drama existencial de la vida” al tener que confrontarse con experiencias que incluso suponen desenvolverse en el medio razonable y el imprevisto, como por ejemplo, pescar y luego cocinar el pez, que pueden convertirse en experiencias que obligan a ponerse delante de la situación y de sí mismo. Las situaciones modulan el tiempo, al igual que las cosas de la vida cotidiana. Utilizan la metodología investigación-acción.
Algunas de las actividades que desarrollan, como he dicho antes, son la interacción con el medio: cazan un pez, explican sus características, luego le analizan (biología), después lo cocinan, y al mediodía se lo comen. Al igual que práctico, también hay teoría, como historia.
Creo que esta experiencia educativa es una buena idea para educar a un niño/a, puesto que agregan practica y teoría en una misma idea, y así se puede aprender más y más rápido. Además, con la metodología de la flexibilidad del tiempo, que enseña a pararte. Vivimos en una sociedad muy acelerada y no nos paramos tanto. Alguien que tiene su tiempo más lento, que necesita más tiempo para cada cosa, te puede enseñar las pequeñas cosas en las que no nos fijamos. A veces necesitamos tiempo para situarnos.
Otra de las cosas que veo positiva es el aprendizaje entre unos y otros, la aceptación de lo “diferente” y el no rechazo.
Es un método innovador, pero existe una imposibilidad legal o real (según como queramos designarlo), que muy pocos tienen la oportunidad de experimentar, aunque podemos coger algunas ideas y adaptarlas al entorno al que nos toque practicar la docencia.
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